Históricamente, Las Palmas de Gran Canaria y su Puerto han tenido una relación transcendental; de hecho, gran parte de la ciudad no se entiende sin el Muelle. Sin embargo, su relación física se ha ido diluyendo con el paso de los años al incorporarse a la trama urbana infraestructuras de gran escala, vinculadas sobre todo a la circulación de vehículos. Puerto y Ciudad se han acabado dando la espalda.
En los últimos años, el proceso de dinamización que está experimentando la zona del Istmo (la reactivación comercial del Mercado del Puerto, la futura construcción del Acuario y el auge del turismo de cruceros) hace necesario mejorar la conexión de ambas riberas y reconectar la ciudad con la zona portuaria que se incorpora a la trama urbana. Todo ello mediante un elemento que facilite la movilidad tanto peatonal como ciclista y permita que convivan los diferentes flujos.
La propuesta pretende ofrecer una solución unitaria a las cuestiones planteadas. Para ello se proyecta un elemento que, en sí mismo, resuelve las distintas necesidades requeridas, tanto técnicas como urbanas.
Es la propia pasarela la que asume gran parte del gálibo necesario de 4,50 m, dejando unos arranques más controlados e integrados, los cuales se resuelven de manera distinta (aunque con un mismo lenguaje), en función del entorno en el que se encuentran. El arranque del Mercado del Puerto responde a una solución más urbana, adaptando el terreno y usando materiales tales como el hormigón; mientras que el arranque en la zona del Muelle presenta un aspecto más naval, predominando el metal.
Los itinerarios peatonal y ciclista están diseñados para garantizar la máxima comodidad y accesibilidad, respetando la normativa vigente en cuanto a anchos mínimos, pendientes máximas y demás elementos, que permitan un uso lo más confortable posible. Además, ambos recorridos están independizados por una diferencia de altura de 0,5 m y un elemento central de sección variable, que aporta una mayor sensación de seguridad a los usuarios.
El nuevo recorrido ciclista se engancha al circuito existente en la zona del Mercado del Puerto, y a su vez se amplía su recorrido en la nueva de actuación del Muelle Sanapú. Se plantean dos áreas de estacionamiento y alquiler público de bicicletas, ubicadas en cada una de las distintas zonas de arranque, promoviendo el uso de este medio de transporte en la nueva trama urbana de la ciudad.
Se plantea la construcción de la pasarela partiendo de unas premisas básicas: prefabricación, facilidad y rápida ejecución (interfiriendo lo mínimo con el uso de la Avenida Marítima) y las posibilidades de reciclaje de los materiales empleados.
La estructura principal, realizada en acero, se compone de una cercha central, apoyada sobre soportes de hormigón armado. Aprovechando el desnivel propuesto entre los dos recorridos de la pasarela, la cercha obtiene un canto suficiente para resolver las grandes luces entre los soportes. A la misma se conectan una serie de cuadernas metálicas arriostradas, que recuerdan a una estructura naval.
Los soportes se empotran en encepados de hormigón armado para transferir las cargas a pilotes, también, de hormigón armado in situ, que se situan en una zona de rellenos antrópicos y por tanto, una profundidad de firme incompatible con una solución de cimentación directa. Los pavimentos serán de lamas de tarima sintética para exteriores con acabado rugoso antideslizante, fabricados con fibras recuperadas y polímeros de fácil reciclaje, apoyadas en tableros que descansan sobre correas metálicas entre cuadernas.
La visión unitaria de la pieza queda enfatizada por el uso de un único material de revestimiento, el PMMA (polimetilmetacrilato) en toda su envolvente, tanto en su versión transparente para la cubierta, como en su versión blanco translucido para la piel inferior e interior. Este material destaca por su ligereza, su alta resistencia al impacto, los agentes externos y por sus propiedades de atenuación acústica.
En cuanto a la visión nocturna de la pasarela, se pretende crear un juego de luces en función de la estación del año: naranja, blanca, azul y amarilla (de otoño a verano). Este efecto sería posible gracias a las características traslúcidas de la piel exterior, que plantea un color blanco durante el día, pero que por la noche, al retroiluminarse con luz de color, permite dichos cambios de tonalidad. La intensidad lumínica está pensada para que no interfiera en la seguridad vial, pero que permita que la pasarela destaque como nuevo hito urbano de la zona.
Respecto a su iluminación interior, se plantea una solución de LEDs lineales a nivel de suelo que bañen los recorridos de forma sutil, pero que a la vez cumpla con las necesidades de iluminación para que los usuarios puedan recorrerla con seguridad.
Presupuesto:
Presupuesto de ejecución material: 1.383.667 €